VELA APAGADA
Nadie me prendió. Nadie había
frente a mí.
Me rescató la mañana del
sueño y la pereza.
Fue el sol matutino que me
prestó su luz,
su efigie de pasión para avivarme.
Una vez prendida de su
halo celestial,
espantó las sombras que acechan siempre
y sacuden las puertas del alma.
María Borrego R