Mientras tus manos
nos remuevan la tierra,
nos alimenten, y
nos acaricien,
y en un tiesto o
rincón, finjas un paraíso,
nuestra sabia
renovadora se seguirá expandiendo,
y floreceremos
como auroras en celo.
Después, cuando el
sol nos aplaste
nuestro matiz de
fuego,
fingiremos morir,
y en forma de pavesas,
volaremos al
cielo.
María Borrego R.
*
Ven a conocerme,
soy